jueves, 23 de diciembre de 2010

Drop

Esto es, en singular, lo más espléndido con lo que nos hemos topado en muchos días. Costaría imaginar una sucesión más acertada de motivos y manías tan del gusto del Erizo como este pedazo de audiovisual reflotado y en armonización perfecta con el estado narcotizado y reverso en el que se encuentran últimamente sus partes blandas bajo las púas levantadas. Aunque los erizos por naturaleza rehuyen las estridencias y peligros del asfalto, encuentran a la vez una fascinación enorme en los rastros de pisadas, la gesticulación inversa y las caídas hacia arriba, acostumbrados como están a vivir sumidos en la desorientación constante que supone el que el cuerpo de uno se pliegue a la mínima impresión en un fuerte ovillo, juntándose las patas con narices y las frentes con las colas. Nuestro asombro máximo no se diluye demasiado aunque sepamos quién mondaba la naranja.